La danza del vientre, también conocida como Raks Sharki en los países árabes, tiene sus raíces en el antiguo Egipto, donde se practicaba principalmente en entornos privados como harenes y, más adelante, en las residencias de personas adineradas.
En la antigüedad, diversas culturas atribuían a las mujeres poderes mágicos,por su capacidad de dar vida. En regiones como Anatolia Central y el Mediterráneo (Turquía), Grecia, Roma, Mesopotamia, Fenicia, Egipto, Arabia e India, las danzas rituales en honor a la fertilidad eran comunes y lideradas por sacerdotisas, excluyendo la participación de hombres.
En la antigua Grecia, específicamente en Chipre, donde la diosa Afrodita nació. Las mujeres realizaban danzas acompañadas de cánticos en honor a la diosa, buscando conectar con ella y recibir parte de su poder.
Durante el siglo IV d.C., con la influencia dominante del Cristianismo e Islam en el Medio Oriente, se prohibieron las danzas femeninas relacionadas con la sensualidad y fertilidad.
Los movimientos distintivos de vientre y caderas, no eran comunes en las danzas europeas como el ballet. Esto cambió con la apertura del Casino Badia ubicado en El Cairo por Badia Mansabni. Considerada como la “Madrina de la danza oriental” .Este lugar se volvió muy popular al adaptar la danza árabe a escenarios más amplios y fusionarla con elementos de otras danzas, incluido el ballet.
Mansabni se inspiró en los cabarets europeos para atraer tanto a egipcios como extranjeros. Desde este casino surgieron numerosas estrellas de cine, ya que las protagonistas eran descubiertas por cazatalentos, que iban especialmente al casino en busca de nuevas estrellas. Masabni desafío los roles de género de la época al ser una mujer con el control total de su dinero, siendo conocida como “La reina de la vida nocturna de El Cairo”.
La danza ha sido una forma de expresión humana, no solo beneficiando la salud física sino también la mental. Entre sus numerosos beneficios se incluye la disminución de cólicos menstruales, fortalecimiento de músculos, reducción del estrés, mejora de la flexibilidad y salud digestiva entre otras.
Participar en esta forma de arte no solo te integra en una comunidad, sino que fomenta la seguridad y confianza en uno mismo, haciendo que conectes con tu lado femenino.
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